Adiós a Borrell, el más duro de una diplomacia de la UE atrapada en la contradicción palestina

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Borrell

Josep Borrell no seguirá al frente de la política exterior en la Comisión Europea. Su paso se ha distinguido por la confrontación con Rusia y el endurecimiento de una diplomacia militarizante que redunda en la creación de un negociado de Defensa. No obstante, trasciende a su etapa la incoherencia de la UE para abordar la crisis en Oriente Medio.

La Comisión Europea estrena equipo el 1 de diciembre. Luego de largas negociaciones para confirmar en sus puestos a los nuevos comisarios, el órgano de Gobierno que encabeza Ursula von der Leyen afrontará una legislatura de cinco años, hasta 2029.

Entre los cargos salientes destaca el español Josep Borrell, un veterano de la arena política del país ibérico. Antes de desempeñarse como vicepresidente y alto representante de la Política Exterior y de Seguridad de la UE, Borrell tuvo un amplio recorrido como eurodiputado en Bruselas, donde entre 2004 y 2007 además fue presidente de la Eurocámara. En España fue ministro de Obras Públicas (1991-1996) y de Asuntos Exteriores (2018-2019).

En los cinco años que ha permanecido al frente de la diplomacia europea (2019-2024), la acción exterior de la UE transformó su tono. En particular, respecto a Rusia. Y en un contexto donde Bruselas acabó por añadir a sus fines el propósito de «avanzar hacia la construcción de una Unión Europea de Defensa», Borrell escenificó como nadie el endurecimiento de tal retórica.

La presión del político catalán fue clave o, al menos, la más vistosa, para que Bruselas decidiera canalizar el suministro de armas a Kiev, traspasando así una línea a priori roja para muchos países del club comunitario. Borrell constituye una de las caras principales de los más de 120.000 millones de euros destinados a Ucrania y de las 14 rondas de sanciones contra Rusia.

«Deja un recuerdo bastante agridulce», asegura a Sputnik Antonio Alonso, profesor de Relaciones Internacionales en el CEU San Pablo de Madrid, que recuerda que Borrell no fue capaz de cumplir ciertas expectativas creadas al inicio de su mandato para obrar un entendimiento entre la UE y Rusia. «Porque al final –añade–, lo que hizo fue consolidar la dinámica habitual de Bruselas de someterse a EEUU y enfrentarse con Rusia».

«Él no tenía un especial sentimiento antirruso, lo cual se vio en 2019 durante su evaluación para ser el alto representante de la UE», prosigue agregando que «luego se adaptó a la posición común en la UE» de oponerse a la situación con la península de Crimea y de fomentar la dinámica «en la que estamos ahora metidos».

Borrell llevó a su extremo dialéctico responsabilidades inherentes al cargo, como la promoción del «liderazgo mundial de la UE» y la defensa de «sus valores e intereses a nivel mundial». Así sucedió en otoño de 2022, cuando definió a la UE como un «jardín» en comparación con la «jungla» que, según él, representa «la mayor parte del resto del mundo». Varios países, especialmente del sur global, reprobaron tales palabras por «supremacistas y colonialistas», emanadas de una visión «eurocéntrica».

«Él dijo entonces una gran verdad, que subyace a su discurso sobre el jardín: que las élites europeas occidentales son profundamente racistas y supremacistas. Se consideran la culminación de la civilización mundial», explica a Sputnik el analista geopolítico Fernando Moragón, al respecto de aquellas declaraciones.

Diplomacia al choque

El peso de la política de seguridad es un factor determinante a la hora de entender el endurecimiento de la línea de acción exterior de la UE. En un contexto de creciente implicación en el conflicto de Ucrania a través de la OTAN y de un deseo declarado de fortalecer sus capacidades militares, Bruselas resolvió crear un comisariado de Defensa y Espacio.

Cabe preguntarse si durante el proceso la diplomacia europea acusó los cambios. «La Comisión es ahora más dura», sostiene Moragón, que asegura que la renovación del mandato de Ursula von der Leyen obedece a un deseo de «continuar el enfrentamiento con Rusia» y de empezar una «guerra comercial» contra China. «Esto rematará a Europa, pero es lo que le interesa a EEUU», afirma.

El lituano Andrius Kubilius será el primer comisario europeo de Defensa de la historia, pero no está claro que la política exterior de la UE vaya a reconducirse por cauces más suaves, toda vez que la estoniana Kaja Kallas sustituye a Borrell en el cargo.

«Kallas es más de lo mismo o incluso peor», sostiene Moragón a tiempo de subrayar que el acusado carácter antirruso de los políticos bálticos, rayano con el fanatismo, aspecto que les hace «peligrosos» para la propia Europa. «Su pasado y decisiones hablan por ella, está claro que es bastante rusofóbica», añade Alonso, para quien Kallas reflejará en su nuevo puesto no exactamente el sentir de los países miembros, sino un sentir antirruso «más cercano a su carácter».

Con todo, la figura del alto representante languidece ante la posición de poder de la presidenta de la Comisión, quien a su vez «supedita a EEUU» las decisiones ulteriores, señala Moragón. «Es poco más que un portavoz y no tiene poder real, es Ursula von der Leyen quien lo tiene», explica. El problema es que la impronta de Kallas y Kubilius a sus funciones supondrán un factor de influencia añadido.

«En una visita a mi universidad, Borrell explicó que la creación de la figura del nuevo comisario de Defensa estuvo precedida de una gran tensión entre el Consejo y la Comisión», cuenta Alonso, que recuerda que Borrell admitió que el nuevo negociado de Kubilius «le iba a quitar buena parte de su cometido».

«Él se resistía [a que parte de las atribuciones de Seguridad sean transferidas al nuevo comisario], pero la dinámica habitual de la UE y del conflicto lo hacen inevitable», afirma este docente universitario, que señala que la nueva dirección de Defensa y Espacio es un «indicio» de la voluntad de Bruselas de avanzar hacia un enfrentamiento con Rusia. Tal voluntad es también el precio contradictorio de ganar independencia frente a EEUU.

«Porque se habla de profundizar en materia de defensa, precisamente para separarnos de EEUU. Es la autonomía estratégica de la que habla Borrell», recuerda Alonso.

Pero esa autonomía estratégica implica la voluntad de avanzar hacia escenarios de enfrentamiento con Rusia y China. En este contexto, se hace patente que la UE es también un objetivo de Washington.

«La quiere convertir en un mercado cautivo y Trump seguirá esa línea», opina Moragón, que augura un futuro sombrío para el continente. «Los europeos no somos sujetos de cambio alguno, Europa va en caída libre y ya ha entrado en una segunda Edad Media», concluye, en alusión a su déficit energético, progresiva desindustrialización y merma de derechos.

Palestina y el doble rasero

Durante el último Consejo de Asuntos Exteriores que presidió, Borrell lamentó no haber podido convencer a sus homólogos europeos de la necesidad de romper relaciones diplomáticas con Israel o, al menos, detener los contactos políticos. «Es una guerra contra los niños», llegó a decir en la reunión, en alusión a la matanza en Gaza y sospechas de genocidio.

La Comisión Europea tampoco ha respondido a la petición cursada en febrero por España e Irlanda para comprobar de forma urgente si Israel cumple con el Acuerdo de Asociación suscrito con la UE. En particular, con su cláusula de respeto a los derechos humanos.

Bruselas tampoco ha prohibido la importación de bienes manufacturados en los territorios ocupados, toda vez que la Corte Penal Internacional falló en julio que los asentamientos israelíes en Palestina son ilegales y cabe detener su construcción de inmediato. La vulneración de derechos humanos en Palestina y el Líbano no figuran en la llamada «brújula estratégica» de la política exterior de la UE. Kaja Kallas ni siquiera mencionó a Gaza durante su proceso de evaluación para el cargo.

Cabe preguntarse si la actitud de Borrell, que también ha instado a respaldar la propuesta franco-estadounidense de alto el fuego en el Líbano y presionar al Gobierno israelí para que lo suscriba, es genuina o responde a la necesidad de salvar la incoherencia y dobles raseros de Bruselas según se trate del caso de Palestina o el de Ucrania. Al fin y al cabo, Borrell pertenece al Partido Socialista, cuyo Gobierno en España reconoció en mayo la estatalidad de Palestina y critica la matanza indiscriminada en Gaza.

«Creo que es una preocupación sincera, también lo demuestran sus propias decisiones a lo largo de su carrera», señala Alonso, que indica que el núcleo de la UE no solo es contrario a romper relaciones con Israel, sino que incluso opta por seguir suministrándole armamentos. «La posición común de la UE es apoyar a Israel sí o sí, porque es la fachada de Occidente en Oriente Próximo», asume.

«Es pura retórica», discrepa Moragón, en su valoración de la iniciativa infructuosa de Borrell. En su opinión, la UE no puede permanecer incólume ante una situación «tan tremenda y obvia», de ahí que escenifique su preocupación a través del alto representante, que sale «aparentemente indignado».

«Al menos los que aplauden a Israel, no tienen una doble cara. Estos hacen lo mismo, pero luego dicen que Israel es muy malo. No nos cuente usted historias. Hable con la Comisión y haga algo. Porque la UE es corresponsable de lo que está pasando en Palestina y, si quiere, puede contribuir de manera decisiva a acabar con el conflicto. Por ejemplo, pongan a Israel las mismas sanciones que a Rusia. Pero no lo hacen. Es puro cinismo», denuncia Moragón.

«En efecto, el tema de los dobles raseros es muy notorio», conviene Antonio Alonso, que lamenta que en la UE pasen desapercibidos o incluso lleguen a justificarse.

«El caso más evidente son las órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional. Si es contra [el presidente ruso, Vladímir] Putin, hay alegría. Si es contra [el primer ministro israelí, Benjamín] Netanyahu, sospecha. Y la UE no se da cuenta de que así está cavando su propia tumba en África, en los países árabes, en Asia y otras partes del mundo», concluye.

Autora: Yarisley Urrutia/ Sputnik

Para leer este artículo en su fuente original: https://noticiaslatam.lat/20241126/adios-a-borrell-el-mas-duro-de-una-diplomacia-de-la-ue-atrapada-en-la-contradiccion-palestina-1159292931.html

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