¿Cómo han afectado los aranceles de Trump a la Europa globalista?

Republicano o demócrata, Europa es un competidor industrial para EEUU, por lo que ¿cuál es la diferencia entre Biden y Trump en su política hacia la Comunidad Europea?
Europa devela cada vez con mayor claridad la cruda realidad de que la culpa de todos sus males no se debe a la ‘agresiva Rusia’ ni a la ‘autocracia de China’, e incluso, cuando analizamos los intereses estadounidenses sobre la región, los verdaderos enemigos de la prosperidad europea se encuentran dentro del continente y liderando las principales estructuras comunitarias.
Tras las declaraciones de Trump sobre la aplicación de aranceles, la guerra comercial internacional desató un enorme caos, y en Europa, como era de esperarse, profundizó aún más las múltiples crisis que atraviesa la región.
El continente europeo ha sido uno de los más afectados por la decisión del presidente norteamericano. La periodista europea, María Zornoza, explica que “las medidas proteccionistas del republicano afectarán a 360.000 millones de euros en las exportaciones del bloque, pero el impacto sobre los más vulnerables será todavía mayor”.
De acuerdo a información en EuroNews, los mercados europeos de renta variable vivieron su “peor sesión desde el estallido de la pandemia del COVID-19 en marzo de 2020, mientras los inversores siguen huyendo de los activos de riesgo. El Euro STOXX 50 caía un 6% a las 10:00 CEST, lo que eleva sus pérdidas de las tres últimas sesiones al 14%. El más amplio STOXX 600 cayó un 5,7%, ampliando al 13% su descenso tras el anuncio de los aranceles. El DAX alemán se hundió un 7,2%, marcando su sesión más severa desde el 12 de marzo de 2020, mientras que el FTSE MIB italiano cayó un 6,5% y el IBEX 35 español perdió un 6%”.
Según RT, “los mercados bursátiles europeos cayeron el lunes por la mañana. El índice paneuropeo Stoxx 600, que sigue a las empresas líderes de la región, cayó más de un 6% poco después de su apertura, alcanzando su nivel más bajo desde diciembre de 2023. El DAX de Alemania cayó casi un 10%, el CAC 40 de Francia cayó un 6,6% y el FTSE MIB de Italia cayó un 5,7%. En Londres, el índice FTSE 100 de acciones de primera línea cayó un 6%, marcando su peor día desde los primeros días de la pandemia de Covid-19 en 2020. Todas las acciones del índice estaban en números rojos una hora después de la apertura del mercado”.
Ambos medios informaban que las acciones de empresas bancarias y de defensa también caían. “El fabricante de armas alemán Rheinmetall se desplomó casi un 24%, y la británica Rolls-Royce perdió un 12%. Las empresas mineras y de inversión también estuvieron entre las más afectadas”, comunicó RT.
Por su parte, EuroNews destacó que “los bancos europeos se llevaron la peor parte, con una caída del 10% para Banco Sabadell, del 9,2% para Raiffeisen Bank International y del 8,6% para ING Groep. También cayeron Banco BPM (-7,7%), Commerzbank (-7,6%), CaixaBank (-7,1%), BPER Banca (-6,7%) e Intesa Sanpaolo (-6,3%). El sector industrial también sufrió fuertes pérdidas. La alemana Rheinmetall AG se desplomó un 15,3%, Safran cayó un 10%, y MTU Aero Engines AG y Thyssenkrupp cayeron un 9,5% cada una. HeidelbergCement, Leonardo SpA, Airbus y Siemens Energy cayeron entre un 8% y un 9,2%. Las empresas de lujo y bienes de consumo, a menudo sensibles a las perturbaciones del comercio mundial, también bajaron. Kering cayó un 9,9%, Richemont un 8,2% y Burberry un 7,8%. Salvatore Ferragamo, Hermès, Moncler, Adidas, Puma y LVMH registraron pérdidas de entre el 6% y el 12%”.
Además, las decisiones de Trump han repercutido fuertemente en la política europea. El primer reflejo de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, fue dar una conferencia de prensa en donde cargaba la culpa a Trump de la crisis que se avecina, como si desconociera la actual alarmante crisis que atraviesa Europa debido a las decisiones tomada por la cúpula de Bruselas en sus enfrentamiento con Moscú. Por supuesto, lo siguiente fue apelar a la unidad del bloque, un objetivo que viene persiguiendo sin éxitos.
Por su parte, Macron recomendó que las empresas francesas y europeas pausesn o dejen de invertir en Estados Unidos, “¿Qué mensaje enviaríamos teniendo a grandes actores europeos invirtiendo miles de millones de euros en la economía estadounidense en un momento en el que [Estados Unidos] nos está golpeando?”. La especialista Rachel Marsden respondió, “las principales economías de la UE ya estaban en dificultades mucho antes de que aparecieran los aranceles de Trump, como resultado de las propias acciones del bloque, incitadas no por Trump sino por la administración de Biden, a quien consideraban su mejor amigo. El sector industrial alemán se está contrayendo. Francia está sufriendo despidos masivos. El grupo alemán DHL, la empresa de logística, está recortando 8.000 puestos de trabajo. Pero sí, hagamos que las empresas europeas se dejen aconsejar por los mismos que las han metido en este lío para salir de él. Es como recibir consejos de seguridad contra incendios de un pirómano justo después de que lance una cerilla a las cortinas de tu salón”.
El segundo acto reflejo fue intentar negociar con EEUU, enviando al negociador europeo y responsable de Comercio, Maros Sefcovic para solicitar una política de aranceles cero por cero para los bienes industriales. “He sido claro: los aranceles estadounidenses son perjudiciales e injustificados. La relación comercial entre la UE y EEUU necesita un nuevo enfoque. La UE está comprometida con unas negociaciones significativas, pero también está preparada para defender nuestros intereses”, dijo Sefcovic. No obstante, el rechazo por parte de Trump a la propuesta europea fue inmediato.
Además, en un comunicado directo desde Bruselas anunciaban que «la UE considera que los aranceles estadounidenses son injustificados y perjudiciales, ya que causan perjuicios económicos a ambas partes, así como a la economía mundial. La UE ha manifestado su clara preferencia por alcanzar acuerdos negociados con EEUU que sean equilibrados y mutuamente beneficiosos»,con la esperanza de que Estados Unidos acceda a negociar.
El siguiente paso de la Comisión Europea fue decidir un plan de tres pasos: negociar, responder y diversificar.
En pocos días, la UE intentó negociar aranceles cero por cero sin éxito; tuvo la primera Cumbre UE-Asia Central a la vez que informó que posee planes de abrir negociaciones con Nuestra América; decidieron la imposición del 25% de aranceles a un amplio listado de productos estadounidenses; lo congelaron por 90 días tras la pausa de aranceles que anunció Donald Trump para todo el mundo, excepto para China; y envió a Meloni para dialogar con Washington y a Sanchez a China para negociar con Xi Jinping.
“Tomamos nota del anuncio del presidente Trump. Queremos darle una oportunidad a las negociaciones. Mientras ultimamos la adopción de las contramedidas de la UE que contaron con el firme apoyo de nuestros Estados miembros, las suspenderemos durante 90 días. Si las negociaciones no son satisfactorias, entrarán en vigor nuestras contramedidas. Continúan los trabajos preparatorios sobre nuevas contramedidas. Como he dicho antes, todas las opciones siguen sobre la mesa”, aseguró Ursula von der Leyen.
Recordemos que la Unión Europea posee competencia exclusiva sobre la política comercial de la Comunidad Europea. En este sentido, el miércoles los miembros comunitarios se reunieron para decidir sobre el contraataque a EEUU, eligiendo la imposición del 25% de aranceles a productos estadounidenses. La decisión contó con la aprobación de todos los miembros, excepto Hungría.
Si bien se han paralizado los aranceles recíprocos, el gobierno estadounidense continúa con los aranceles a la industria automotriz, al acero y al aluminio. Por lo que, Bruselas frenó la entrada en vigor del 25% pero no así el trabajo de preparación de los miembros.
La decisión de respuesta arancelaria al 25% de la UE fue cantada como una victoria por parte de von der Leyen que hace un largo tiempo no encuentra el consenso y unidad dentro de la Comunidad Europea. De hecho, para lograr la aprobación de la mayoría tuvo que ceder a ciertos requisitos de determinados productos de países como Francia e Italia.
No obstante, la medida de Trump significa una nueva bomba al interior de la UE, sus élites y los intentos de centralizar aún más su poder. Una UE liderada por el globalismo atlantista que viene atravesando un fuerte debilitamiento tras la ruptura transatlántica, por las consecuencias de sus propias decisiones intentando sancionar a Rusia; que ya no posee el apoyo en unidad sobre la crisis ucraniana y por eso tuvieron que armar la cumbre de París que no es propio de la UE y que incorpora actores por fuera de la comunidad como Reino Unido, Turquía y Canadá; y que ya no puede sostener el discurso antiruso para justificar la crisis.
La política de Trump, por un lado, podría profundizar la crisis de unidad de la UE, debido a que existe la posibilidad de que algunos países decidan resolver sus problemas nacionales con EEUU de forma bilateral priorizando sus intereses nacionales y no desde las estructuras de Bruselas que sólo ha demostrado incapacidad, inoperancia y que no persigue los intereses europeos sino los proyectos geopolíticos del globalismo atlantista.
Por otro lado, si entendemos que la política de sustitución de importaciones y arancelaria de Trump es parte de la guerra comercial en el marco de la lucha interimperial contra el globalismo, es esperable que la política norteamericana profundice también la crisis de liderazgo en Bruselas y al mismo proyecto globalista atlantista en la región.
Durante una entrevista para el medio Negocios TV, el analista político económico, James Levy-Newman, explicó que “se puede decir que es una guerra de aranceles? Sí, pero es una guerra contra el globalismo, incluso yo diría más allá, se puede decir que eso de las tarifas es como un tipo de medicina. Por ejemplo, para una persona que tiene cáncer hay quimioterapia, bueno, el presidente está aplicando quimioterapia al sistema de intercambio mundial, intentando corregir los excesos de globalismo que han llevado a la destrucción de la clase media de clase media en Europa, de clase media en Estados Unidos, de la clase media en todo el mundo occidental”.
El gobierno estadounidense ha considerado a Europa como un competidor directo, en especial en el ámbito industrial, explica el analista e investigador internacional Gabriel Merino en diálogo con PIA Global.
“Para el trumpismo, para Estados Unidos, si hay algo que las fuerzas nacionalistas ven como un problema es la competencia con Europa. Ya habíamos visto que en su primer mandato, Donald Trump, había tirado abajo un acuerdo de comercio e inversiones, una suerte de acuerdo de libre comercio que había puesto en marcha Obama y Trump lo tiró abajo junto con el TPP. El Estados Unidos de Trump ve como un competidor en términos industriales productivos a Europa”.
También podemos dar cuenta que para la administración demócrata, Europa también es competencia que, a diferencia del republicanismo de Trump, busca debilitarlo construyendolo como subordinado geopolítico a través de una élite impuesta liderando los dispositivos como la UE o la OTAN.
Durante el gobierno de Biden, que representó al proyecto globalista, se ha utilizado la crisis ucraniana como guerra proxy para debilitar a Europa atacando principalmente a sus dos grandes potencias, Alemania y Francia, (aunque también ha utilizado herramientas más directas como el IRA y la Ley CHIPS) mientras profundiza el proyecto atlantista en la región cultivando una élite que tiene como tarea una construcción sostenida por los intereses geoestratégicos del globalismo y no a partir de los intereses de los pueblos europeos. Esto se debe gracias a la centralidad que ha adquirido la UE como institución que dirige el rumbo exterior europeo liderado por actores políticos que no han sido elegidos por la ciudadanía y que son empleados del globalismo.
El globalismo atlantista europeo está centrado en la alianza entre EEUU y Europa a partir de la OTAN, por lo que su principal eje de interés es la defensa y seguridad frente a quienes considera sus enemigos. Todo gira alrededor de los intereses estadounidenses en este proyecto, enfocados en la seguridad, libre mercado y el discurso del orden basado en normas y valores occidentales. Con el nuevo gobierno de Trump, gran opositor al globalismo, este grupo ya no se encuentra dirigiendo EEUU, como fue la administración Biden, por lo que las elites globalistas europeas se encuentran huérfanas resistiendose a su debacle.
Por supuesto, no hay que perder de vista que, el hecho de que el globalismo ya no cuente con el poder presidencial en la Casa Blanca, los actores que sostienen el proyecto globalista tanto en EEUU como en Europa continúan operando.
En el continente europeo, este grupo se encuentra arraigado a las estructuras de la Unión Europea, y su principal cara visible es la reelegida presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, pero también la actual Alta Representante de Asuntos Exteriores de la UE, Kaja Kallas, el anterior Alto Representante, Josep Borrell, el actual Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, el anterior Secretario General, Jens Stoltenberg. Pero también continúan operando en “las sombras” la orquestadora del euromaidan Victoria Nuland y su esposo Robert Kagan, Hillary Clinton, George Soros…
Por lo que resulta importante resaltar que los acontecimientos belicistas que se viven en Europa no representan a los intereses de la región ni tampoco expresan todo lo que sucede en Europa. Ha sido parte de la construcción hegemónica que las instituciones de la UE se autoatribuyan la representatividad de todo el continente y tomen decisiones que afecten a toda la región sin siquiera ser una estructura elegida democráticamente por sus ciudadanos.
Por otro lado, Trump, golpea al proyecto de esa élite europea a partir del tipo de proyecto proteccionista con políticas como los aranceles y la sustitución de importaciones a la vez que profundiza la grieta transatlántica, las múltiples crisis europeas y enciende una bomba al interior de las instituciones de Bruselas.
Aunque, el efecto Trump en las élites europeas ha servido al proyecto de Rearme europeo, que continúa satisfaciendo los intereses estadounidenses, y a la búsqueda de centralidad de Bruselas para la supervivencia de las élites globalistas atlantistas. Recordemos que el Rearme implica por un lado la construcción de una industria militar, a mediano y largo plazo, que depende de la interoperabilidad y en gran medida de algunas herramientas de la OTAN (es decir EEUU) y depende también de la energía, mucho más cara, importada de EEUU; mientras que, por otro lado, implica la financiación a partir de las estructuras de Bruselas hacia los países miembros, esto significa endeudamiento y mayor sobredeterminación por parte de la UE sobre las decisiones de cada Estado comunitario, construyendo aún más la centralidad de las decisiones en política exterior en manos del globalismo atlantista.
También hay que tener en cuenta que esto podría significar un gran costo para Trump ya que, si bien el interés de las élites europeas frente a Bruselas no es buscar ‘autonomía estratégica europea’, si podría implicar que Europa se vuelque hacia otro mundo, fortaleciendo los vínculos con China y partes del Sur Global, probablemente utilizando el doble rasero y flexibilizando la carta de “los valores y normas internacionales”.
En este sentido, será un desafío para las élites europeas acostumbradas a establecer relaciones internacionales bajo el paraguas de Washington y una soberbia colonial. El especialista Mehmet Enes Beşer, dice que “Europa debe ser capaz de resistirse a formular su política hacia China desde el punto de vista singular del transatlanticismo. Los cálculos de segunda mano no resultarán una estrategia sostenible a largo plazo cuando se trate de representar los intereses de la UE. En su lugar, es necesario un enfoque equilibrado y basado en hechos, que proteja los valores de Europa y, al mismo tiempo, sea capaz de buscar una cooperación tangible en asuntos de interés global”.
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