EXCLUSIVO. “El proyecto de Nuestra América, es nuestro proyecto”. Entrevista a Nidia Díaz.

El próximo domingo cuatro de febrero se realizarán las elecciones en la República de El Salvador para el cargo de presidencia, vicepresidencia y para sesenta diputados y diputadas que integran la Asamblea Legislativa.
Esta elección tiene especial importancia para Nuestra América, porque todas las encuestas son favorables al actual presidente Nayib Bukele, quien tiene un discurso sumamente populista, millennial y que genera muchas confusiones dentro de los sectores progresistas de Nuestra América, algunos de los cuales incluso han llegado alabar su política económica y de seguridad.
Por eso quisimos conversar con la querida Comandanta Nidia Díaz. Fundadora y militante histórica del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Negociadora y firmante de los acuerdos de paz, ex diputada, ex jefa fracción de FMLN, autora del relato autobiográfico “Nunca estuve sola” y militante de la solidaridad con las causas de los Pueblos.
María Fernanda Barreto: Quisiera comenzar por preguntarle sobre el próximo proceso electoral. ¿Cuáles son las aspiraciones que tiene el FMLN para estas elecciones? ¿y cuáles, cree usted, que son las posibilidades reales de que haya aquí una victoria importante para el Frente? y ¿qué tan importante cree usted que pueda ser el resultado de esas elecciones en términos geopolíticos para nuestra América?
Lamentablemente, se vislumbra en las encuestas otro período de Bukele, aunque está un poco debilitado porque su aspiración es absoluta. Pero la lucha continúa, sea que lleguemos a un gobierno, sea que no lleguemos. Todo depende del pueblo, de Dios y de San Romero.
Hemos experimentado en diez años de gobierno, que la lucha es permanente. Y eso lo hemos aprendido en carne propia, no parar de luchar. Siempre en lucha. Y estamos apoyando a todos los niveles al candidato presidencial Manuel Flores, tratando de aumentar lo más posible el apoyo popular.
En lo legislativo, pues buscamos lograr las diputaciones —tenemos la voluntad de defender los intereses populares— porque sabemos lo que representa este régimen autoritario. Las vocerías son estratégicas en un Congreso, así como el acompañamiento al pueblo en sus iniciativas, y también es importante la construcción de poder popular, ¿verdad? Por eso es estratégico ganar en los municipios. Ya en otro momento hablaremos de los municipios porque la elección es hasta el 3 de marzo.
También estamos encausados a ganar espacio en el Parlamento centroamericano. Nosotros debemos luchar por revertir la consolidación de la dictadura. Debemos luchar por defender espacios democráticos, mejorar las condiciones materiales del pueblo, ganar poder local y algunos espacios legislativos, mejorar la correlación de fuerzas e impedir la desaparición de las fuerzas de izquierda.
MFB: ¿Cuál cree usted que es la imagen del FMLN que tiene el pueblo salvadoreño en este momento, luego de años de persecución y estigmatización por parte del actual gobierno?
Creemos que debemos mejorar en la batalla de ideas, porque la vez pasada nos dieron duro porque no manejábamos bien esa disputa. ¿Cómo cambiar la percepción de un pueblo? En el pueblo ya disminuyó el concepto, diseñado por la campaña de Bukele, de que todos éramos corruptos en el FMLN, una estrategia para deslegitimarnos. Y también su campaña acuñó que la guerra no sirvió, que la lucha no había dado nada, etc. Todo eso desmoraliza a un pueblo.
Pero de todas las cosas que se nos acusa, ninguna ha sido probada por un juez, todas están en proceso.
Lo que sí puedo decir es que tuvimos errores en la gestión. Pudimos no haber hecho todo lo que debíamos hacer, pero siempre estuvimos al lado del pueblo. Siempre estuvimos con el pueblo. Entonces, estas campañas permiten también animar y movilizar a toda la militancia.
Creo que es importante observar cómo el régimen arrasa con todo. Con eso pretende facilitar su consolidación, y así pasar a nuevos niveles de represión y persecución de las organizaciones populares y políticas de izquierda. Pero la lucha para nosotros continúa, y la lucha popular debe organizarse mejor.
Claro que pensamos en el FMLN, en el rumbo y devenir. Y debemos de unificar mucho más nuestra fuerza, no sólo en discursos, sino que en la lucha concreta. Trabajamos para ello. Así que el pueblo tiene que tener esperanza de que hay propuestas alternativas para salir del hoyo en que estamos, y que también esas propuestas responden al interés general del país. Estamos, como Frente, para dar respuesta a la extrema pobreza en la que nos tiene sumergido este gobierno.
MFB: Entonces, ¿es usted optimista sobre los resultados que pueda obtener el Frente este domingo?
En realidad, algunas personas tienen expectativas contrarias a nosotros. Que nos van a dar una gran «cachimbeada» y que el Frente va a quedar débil.
No, el Frente va a quedar en cualquier circunstancia en un mejor posicionamiento. Estamos como aquella ofensiva del año 89, que se llamó al tope y punto. No teníamos nada que perder, solo que ganar, ¿verdad?
Y ese es el reto ahora para nosotros: ganar un mejor posicionamiento para continuar nuestra lucha. Claro, no es fácil, yo lo sé. Pero hay gente que cree que debemos de arrasar en las elecciones. No. Cada uno sabe lo que es ganar. Y un escenario positivo para nosotros es que la población que no emite opinión, la que dice que va a votar nulo, o la que no va a votar, asista y lo haga por partidos de oposición.
Y también esperamos que los resultados sean respetados por las autoridades electorales, empezando por cada una de las receptoras de votos, el Tribunal Supremo Electoral. Eso es importante para nosotros. Además, no debe privar el temor y la convicción de que puede haber fraude. Es decir, la gente teme que van a ser abusivos con el gasto de propaganda, intimidación, intento de compra de votos, todo eso siempre se intenta. Siempre se da en los partidos mafiosos, pero la defensa del voto tenemos que darla también. Estar pendientes.
Por lo que van dando los resultados de encuestas, tenemos Frente para ahora y para mucho tiempo. Así que seguiremos con nuestra participación y modesta contribución en todos los espacios de lucha y solidaridad e internacionalismo. Igual que siempre la hemos brindado y la seguiremos brindando.
Además, en torno a estas elecciones, queremos agradecer a la comunidad internacional su apoyo porque van a estar acompañantes directos en la observación electoral. Y hay otro punto que debo resaltar sobre el apoyo; necesitamos que desde fuera también monitoreen y expandan los resultados, que divulguen noticias y también que cerremos filas ante un fraude que se quiera confabular. Ahora mismo existe un fraude por la violación sistemática a las reglas.
MFB: ¿Qué importancia tendrá el resultado de estas elecciones en términos geopolíticos para Nuestra América?
Son muy importantes. Aquí se están jugando visiones. Entonces no es el FMLN en sí; lo que expresa el FMLN, como fuerza de izquierda revolucionaria en El Salvador, son años de lucha. De lucha de un pueblo, los mejores hijos del pueblo y todo ese martirologio y ese sufrimiento del pueblo. Eso es lo que expresamos en la lucha.
Y Bukele dice que no expresamos nada, que somos cero. ¿Por qué nos quiere hacer desaparecer?, ¿por qué no acepta que puede haber pluralidad y representatividad?, ¿por qué no acepta que existe una realidad? Que el pueblo a veces se equivoca. Sí, en los tiempos de Duarte la gente decía “con Duarte hasta que no me harte”.
Y es verdad que nosotros cometimos muchos errores, sí. No hicimos todo lo que teníamos que hacer. No nos atrevimos. Y esa es una reflexión de autocrítica que el Frente lleva. Pero lo que sí nadie puede negar es que estuvimos del lado de la izquierda; que siempre hemos tenido una lucha antiimperialista; que siempre hemos estado ahí para apoyar los procesos de cambio a favor de la gente y que nos hemos mantenido con una identidad opositora al imperialismo, a la oligarquía y la hemos combatido; y también hemos combatido su dictadura militar. Y ahora seguimos combatiendo con nuevas reglas.
Por eso somos parte de la construcción de una nueva geopolítica en el mundo. También somos parte de la lucha contra el imperialismo que busca dominar el mundo; queremos otro mundo donde la geopolítica esté dominada por las mayorías y no por minoría. Este juego de las minorías se refleja en los resultados de las votaciones de estos organismos que representan al mundo, como son las Naciones Unidas.
Para América Latina es muy importante que el FMLN quede en una mejor posición para seguir luchando y, para que en la misma lucha, vaya definiéndose con más precisión la estrategia y táctica del movimiento revolucionario salvadoreño como parte integrante de toda la izquierda latinoamericana. Nuestra América, el proyecto de Nuestra América es nuestro proyecto. Nosotras nos declaramos bolivarianas, socialistas, antiimperialistas, chavistas y morazanistas. Creemos en la integración de la región.
Nuestra lucha es coincidente con las luchas revolucionarias. La caracterización del Frente es de un partido revolucionario, socialista, democrático, antiimperialista, antipatriarcal, y por qué no decirlo, feminista también. Otros pueden decir que también somos ambientalistas porque estamos en defensa de la humanidad. Entonces todas estas características unifican nuestros pensamientos en América Latina.
MFB: ¿Qué puede significar entonces, en esos mismos términos, un avance del FMLN en estas elecciones?
Si gana el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, es decir si quedamos en mejores condiciones políticas para seguir luchando con representación básica dentro de la vida política del país, en la asamblea, en los municipios, al menos como una segunda fuerza en el país, eso significaría que seguiremos luchando en la vida legal, articulando esfuerzos.
Ganar significa evitar que desaparezca el FMLN, que la izquierda misma desaparezca. Nosotros estamos haciendo hasta lo imposible para que eso no suceda.
Así que yo llamo a todos y todas a que estemos atentos a lo que sucede en ese pulgarcito de Centroamérica, como alguna vez nos llamaron, pero que es el lugar donde nació San Romero, que es el santo del mundo, de América, y donde dejamos un legado de lucha histórica y seguimos dejándolo.
MFB: Da la impresión de que sus palabras están cargadas de autocrítica…
Nosotros siempre hemos aprendido de todas y todos, y también todos los procesos; estamos siempre en permanente crítica y autocrítica para ponernos a la altura. Tenemos el gran reto de estudiar todas las experiencias de lucha combativa. Las gestas que se han dado en Colombia, en Argentina, en Uruguay, en Honduras, en Guatemala, todo eso es un aprendizaje permanente para seguir luchando todas y todos.
MFB: Se cumplieron hace pocos días treinta y dos años de la firma de los acuerdos de paz en El Salvador, de los cuales usted fue parte activa como representante del FMLN. Tres décadas después, ¿cómo evalúa usted esos acuerdos, su constitución y su cumplimiento?
Miren, ustedes saben que en la guerra civil de El Salvador fueron las víctimas, el movimiento popular, los que se levantaron aquel día de enero del 81. No aguantábamos tantos años de represión, de dictaduras, y se cerraron todos los espacios políticos. Entonces las mismas víctimas se revelaron. Esa es una característica del proceso salvadoreño. Pero claro, se convirtieron en combatientes.
Al final de la guerra civil, en el pacto, quedó para superar la impunidad, establecer una condición de la verdad, que investigara todos los crímenes que se dieron. Ya en la implementación del acuerdo de paz en el año 92, la Comisión de la Verdad se instaló —por cierto, también estaba integrada una persona de Colombia, Betancur; Figuereido de Venezuela y no recuerdo, Thomas, un norteamericano, eran tres—. Entonces ellos hicieron todo el aparato de la Comisión, como en junio. También llegó una de Argentina, una señora de apellido Tapia, a ser la directora ejecutiva.
Cuando se autodestruyeron las armas, que se finalizó el cumplimiento básico de los acuerdos de paz, en diciembre del año 92, los mismos guerrilleros autodestruyeron las armas que las iban metiendo en un container y nos fuimos desmovilizando en cinco tiempos; por cada porcentual de cumplimiento de acuerdos de paz que volvía irreversible el proceso, se iba desmovilizando un 20% del ejército guerrillero. Y ellos iban reduciendo, porque la experiencia del ejército fue que hubo una reducción del 51.2%. La reducción fue que se disolvieron todos los batallones de guerra, élites contra insurgentes, y fue quedando solo el aparato propiamente militar y necesario.
Pero bien, volviendo al punto, entonces nosotros no esperamos el tiempo que se diera el informe a la Comisión de la Verdad; porque creíamos que iba a haber cumplimiento porque estaba firmado en el acuerdo. El informe se presenta en marzo de 1993 y es donde lo rechaza la oligarquía, el alto mando y el órgano judicial. Porque había una serie de medidas que estábamos obligados a cumplir. Solo el frente reconoció el informe y dijo que estaba dispuesto a cumplir siempre y cuando la otra parte también cumpliera.
En las investigaciones que se hicieron a partir de denuncias, más de 28 mil denuncias fueron presentadas a la Comisión de la Verdad entre julio y diciembre. De esas denuncias el 83.7% eran para el Estado, para las Fuerzas Armadas, Seguridad Pública, Escuadrones de la Muerte, grupos paramilitares, entre otros; y un 3.7% se le endilgó al FMLN —y un 10% que no se sabía que se debían seguir investigando. De ese universo, la Comisión de la Verdad tomó 44 casos como para investigar, con esos porcentuales que he explicado.
Entonces, allí dedujo responsabilidades y dio medidas sancionatorias. Por ejemplo, los que eran señalados en las denuncias no iban a participar en cargos públicos mientras seguían las investigaciones. Y eso es lo que rechaza los que ya nombré. Ellos también rechazaron la parte de indemnizaciones y de programas de reparación y de continuar la búsqueda de la verdad.
MFB: Sin embargo, en el gobierno de Bukele, vimos un acto tan simbólico como la destrucción del monumento a la Reconciliación. ¿Cree usted que hay un intento del actual gobierno por desconocer esos acuerdos históricos?
En los gobiernos de Funes el Estado pidió perdón por primera vez a las víctimas; se crearon programas de resarcimiento y también de programas de memoria. Ya con el gobierno de Sánchez Serén se creó la indemnización; por ejemplo, a los adultos mayores se les daba una pensión universal; y también empezaron a dar esta transferencia básica a los que no eran mayores de edad. Bueno, todos esos programas fueron cerrados por Bukele. Hoy no le dan nada a la gente. Además también se cerraron los programas de comunicacionales que tenían las víctimas en la radio nacional, allí las víctimas hacían efemérides.
Y también quiero hacer ver que el proceso de derogación de la Ley de Amnistía consistió en que, en el 93 —teniendo la derecha representación en el Congreso y no así la izquierda del FMLN—, decretaron una Ley de Amnistía total y absoluta ante el informe. Esa amnistía duró 23 años hasta que fue derogada por una sala de lo constitucional en el 2016.
Se mandó a crear una nueva Ley de Justicia Transicional, basada en la verdad, la memoria, la justicia, la reparación y la no repetición. Y duró cinco años su elaboración, hasta que en el año 2020, o 21, perdón, en enero. Se aprobó en una correlación de fuerzas y aunque en la que el Frente había trabajado esa ley no votó; porque las víctimas no estaban satisfechas en los años de cárcel que caían sobre el victimario. Los victimarios podían tener medidas de rebaja porque habían reconocido su participación y habían colaborado con informaciones. Pero las víctimas querían más años de cárcel. Y el Frente, que tenía familiares entre las víctimas, dijo que no votaba.
Bukele vetó; decía que el Estado no podía hacerse responsable de las muertes que habían ocasionado los criminales FMLN, Arena —los de siempre— que el Estado no, cuando era la Fuerza Armada quienes habían cometido la mayoría de los crímenes. Pero ellos ya tenían un nuevo pacto con la Fuerza Armada, de no tocarlo. Bukele hasta condecoró, en el año 2019, a generales asesinos. Una cosa que jamás hubiéramos pensado que pudiera suceder él lo hizo.
Quiero hacer ver que esta es una deuda pendiente con las víctimas. Por más que han trabajado estos cinco años en proyectos en la Asamblea Legislativa; que han pedido las pensiones o que continúen los programas favoreciéndoles, ha sido imposible que él acceda. Y lo que ha hecho es buscar símbolos, como el Mozote, para destruirles el monumento hecho por la víctima; cuando, en cambio, Mauricio Funes pidió perdón, como un acto de resarcimiento, de reparación o desagravio, como le llamemos.
Lo que está haciendo es una perversidad. Está persiguiendo a las personas que tomaron la decisión en el Congreso, en el año 1993, de crear la ley de amnistía; además quitó al juez que llevaba el caso y puso a otra persona. Todo esto para evadir su responsabilidad de actuar contra la Fuerza Armada. Además persiguen a los diputados que firmaron la iniciativa de la Ley de Amnistía, según ellos porque dicen que obstruyeron la investigación del Mozote. Pero meten a un inocente —que es opositor actual— el doctor Rubén Zamora; que ni firmó, y que por el contrario debatió que no se debía aprobar la Ley de Amnistía y, a consecuencia de esto, se salió del Congreso con todo su partido, Convergencia Democrática.
No hay ley de justicia hasta este momento, de una justicia transicional. El tiempo pasa y, al contrario, lo que hace es perseguir a víctimas de familiares que desaparecieron en el conflicto.
Ahora también —con las últimas potestades que le ha dado el fiscal en el Congreso— puede designar quién es terrorista y quién no; haya pertenecido o no a organizaciones lícitas o ilícitas. Esa es una competencia que va a crear más arbitrariedad, porque no necesariamente los pandilleros son terroristas, ¿verdad?. Y además, puede ampliar el concepto y perseguir políticamente a muchos sectores que luchan, como ya lo han hecho.
Por otro lado, la potestad que le han dado al ministro de Seguridad para que pronto presente un paquete de reformas donde se tipifiquen conductas ciudadanas como delitos. Esto es muy grave, el futuro inmediato que viene, pero hay que tomarlo en cuenta.
En resumen: no han cumplido los acuerdos de paz, al contrario, han roto con los acuerdos de paz; han creado una narrativa que niega el pasado para no reivindicar las víctimas y para no cumplir con los veteranos de guerra de ambas partes —porque aquí se creó una Ley de los Veteranos de Guerra, donde no se discute por quién luchó cada uno, sino que todos dicen que por la patria; esa ley les concedía un beneficio—. Y también los lisiados de guerra de ambas partes. Tienen muchos problemas porque les han venido desmontando sus beneficios. Yo soy lisiada de guerra y comprendo la situación de muchos compañeros que no tuvieron muchas oportunidades, como otros la han tenido. Pero ahora todo eso está en hilo, todos esos beneficios. Y les ha reducido los presupuestos también. Las víctimas que tienen que seguir luchando porque se les restituya la pensión universal a los adultos mayores.
MFB: ¿Piensa que esta campaña del gobierno de Bukele contra la memoria histórica, ha logrado su cometido?
Bueno, una cosa a reflexionar es sobre la cultura de paz —que ha estado destruida— y también sobre la memoria histórica. Este es un problema político que tuvo el Frente —que quizá lo llevó a perder las elecciones— porque hubo mucha dificultad para implementar una cultura de paz y una memoria histórica que enseñara al pueblo ¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos?, ¿a dónde queremos ir?
La gente perdió memoria, los hijos de los combatientes nos recuerdan, o algunos no aprecian esa lucha de sus padres. Otros fueron a las maras, a las pandillas, decepcionados… Bueno, hay tantas cosas que debemos analizar. Pero sí les puedo decir que es un déficit no educar a un pueblo; no cambiar la narrativa… contar la otra parte de la historia, porque se escriben muchos libros que no explican bien la memoria de los pueblos de sus luchas.
Esa es una enseñanza que nos queda, muy dura para nosotros, porque fue un déficit nuestro, realmente. Un déficit que cargamos. No pudimos institucionalizar, desde el Ejecutivo, en la cultura, en la educación, esa memoria histórica.
Y digo esto porque si a esta altura, por ejemplo, en donde se combinan cinco generaciones, los que nacieron en la guerra, mi hijo nació en la guerra en el año 81. El 81 y terminó en el 92. Eran niños de 10 años los que nacieron en el 81, pero fueron naciendo todo el tiempo hasta el 92. Los niños que nacieron en la década del cumplimiento de acuerdos que le llamaban los hijos de la papa del 92 a inicio del siglo 21. Ya dos generaciones y ya casi mitad de la tercera generación en el siglo XXI.
Es decir, estamos como a cuatro generaciones de salvadoreños que no vivieron directamente los tiempos de la persecución, los tiempos de las dictaduras militares; lo que han visto es el proceso de transición muy disputado con la oligarquía.
MFB: ¿Le parece importante que las nuevas generaciones sigan recordando la guerra, el proceso de paz?
Es muy importante. Nosotros dialogamos varios años. Dialogamos en el 94, yo fui al primer diálogo, dos veces. Y dialogamos en el 87, una vez. Y dialogamos el 89, sin llegar a negociación. Ya en el 89, después de la ofensiva que creó las condiciones de correlación de fuerza, empezamos una negociación en el 90; esto duró dos años hasta la firma de los acuerdos de paz. Y fue una negociación en guerra también. Y de ese proceso hay un producto importante: el cambio en la Constitución de la República y en los primeros años.
Pero esa transición le tocó a Arenas, durante 18 años en el gobierno. La transición fue una disputa entre el modelo neoliberal que ellos impulsaban y nuestra contínua oposición. Una disputa entre la privatización y la democratización del país, ¿verdad? La democratización del país era incluyente políticamente, socialmente, pero el modelo neoliberal excluía, concentraba la riqueza, nos volvía más pobres.
Cuando nosotros asumimos el gobierno, en el año 2009 —y gobernamos dos periodos consecutivos— veníamos de una extrema pobreza y de un neoliberalismo brutal.
Empezaron a hacerse medidas y cambios, más de 200 logros, y la desigualdad bajó; bajó también la pobreza gracias a todos estos programas que dejamos y que ahora están siendo desmontados por este gobierno. Más de 22 programas que dejamos han sido quitados. Además, leyes revertidas porque esos diputados —cuando tuvieron el control total en el 2021— todo lo que estaba en gestión lo mandaron a archivos; a pesar de que había investigaciones y aunque hubo trabajo del pueblo… Y ahora persiguen a mucha gente que fue luchadora.
Fíjate, en las zonas donde hubo conflicto ha entrado el ejército prepotente, con la excusa de buscar maras. Y han ido a las zonas precisamente donde se asentaron los exguerrilleros y se volvieron agricultores.
Un ejemplo de ello es el caso Santa Marta en donde tienen presos a unos compañeros por la supuesta ejecución de una persona en la guerra civil ¡y esa persona no existe! Después se ha aprobado que no existe pero aún no los liberan.
Bukele ha llegado al colmo de quitar de las Efemérides el Día Nacional de la firma de la paz. Ya no se conmemora oficialmente, salió de las efemérides el 16 de enero del año 92. Dice que eso es un pacto entre los corruptos.
Pero bien que se ha servido con la cuchara más grande en las elecciones con la constitución, porque esa es la que lo llevó a ganar la presidencial en el 2019 con esa constitución reformada. Si no, no hubiera podido porque veníamos de robos y de imposiciones terribles de los militares en el pasado.
MFB: Me gustaría saber si usted considera que la experiencia de El Salvador, puede dar luces a Colombia.
Por supuesto, Colombia se encuentra en proceso de diálogos y negociaciones todavía; debe de aprender mucho del Salvador también, en el sentido positivo y también lo que no se debe dejar de hacer, eso que hemos hablado.
Y por otro lado, en nuestra modesta experiencia, ¿cómo es posible que 30 años después, 32 años después, se reviertan los acuerdos de paz? ¿Cómo hemos llegado a este punto? Son reflexiones que hay que hacerlas.
Nosotros le hemos mandado escritos al secretario general de la ONU para que en la secretaría que él tiene, haya otra secretaría que él tiene de evaluaciones, de consolidación de los procesos de paz, se haga una reflexión exhaustiva de lo que fue el proceso de paz en El Salvador, y de su perspectiva, y qué es lo que llevó a las debilidades que hubo también en todo eso.
MFB: Para terminar, ¿Qué tan grande ha sido el reto de esta campaña presidencial? Y ¿Por qué decidieron asumir ese reto?
Bueno, esta campaña, es desigual. Las elecciones generales en todo el país participan para la presidencial FMLN, ARENA, Nuestro Tiempo, Nuevas Ideas, Fuerza Solidaria, Frente Patriótica. Tanto Fuerza Solidaria, Frente Patriótico y Nuevas Ideas son como un puño, no son diferentes. Pero la competencia está entre FMLN, ARENA, Nuestro Tiempo y Nuevas Ideas para nosotros.
Terminó la campaña y quiero hacer ver que ahí entra Bukele con un 60-65%, en alguna que otra dicen hasta el 80%. Y el FMLN queda como en 5, a veces se dice 4.50, pero en un promedio es 5; ARENA entra con un 3% y Nuestro Tiempo con 2.5%. ¿Por qué esa diferencia abismal? Bueno, también ha crecido el voto nulo, el voto neutro —un 30-35%,— lo que hace ver que Bukele no tiene el 80% como promedio, pero lo dicen. Él quisiera que no existiera ese voto nulo, ni voto de abstención, porque refleja el descontento que tiene el pueblo por todas las medidas que ha hecho, y él preferiría que se votara por la derecha, Arena o Nuestro Tiempo, a que se vote por el FMLN, que es la única fuerza de izquierda revolucionaria que participa.
Además que nosotros seguimos siendo el eje del mal en El Salvador. Recordemos que en la elección del 2019, cuando ya estaban claras las encuestas, Trump le apostó más Bukele que a Callejas, que era el candidato de Arena, cuando Trump vio la debilidad de Callejas —porque era como un monstruo de dos cabezas con el que competíamos— prefirió a Luis Bukele. Apostaron todo porque el Frente no llegara a un tercer período, porque era siempre un partido del eje mal.
Ahora, los que participan para legisladores son otros partidos, además de esto que ya nombré. Compiten País, Gana, PCN. Gana es el partido que llevó al presidente Bukele, que era un desprendimiento de Arena, ya lo dijimos.
El PCN, el partido de los militares, los demócratas cristianos, un partido tradicional que en una etapa de la vida fue opositor.
Cambio Democrático, que es otro partido que le apoyó. Y, hay otro que se incorporó, que es Vamos, pero Vamos ha sido opositor, actualmente es una diputada muy emblemática, muy luchadora, que es Claudia Ortiz.
Ahora, los que participan para legisladores son otros partidos, además de esto que ya nombré. Son como, en total, unos 12 partidos a nivel legislativo. El Frente está preparado en la lucha, fue el primero que se inscribió, el primero que hizo elecciones internas, presenciales —muy nutridas—. Salió un resultado y sus candidatos se inscribieron pese a todos los bloqueos, llevamos candidaturas completas en todo el país, y hemos hecho nuestra campaña muy de cerca y articulada en los cantones, caseríos, municipios, departamentos. Venciendo el miedo, el terror, y todas las trampas que se hacen para impedir la inscripción de candidaturas, y enfrentar la campaña que ha sido desigual; con el agravante que nos han bloqueado mucha, mucha propaganda, sobre todo la que se pinta, la que se pone en forma física. Esto es muy importante.
Como tal tenemos propuestas muy estudiadas también. Entonces, nos deja esa posibilidad. Claro, tenemos algunas corrientes de pensamiento, que hemos cerrado filas en esta coyuntura, de cómo debe ser también la elección.
Nosotros participamos, pese a criterios que se han vertido: que nos van a sepultar, que va a haber fraude, que vamos a ser un cadáver cuando salgamos de la elección, que solo deberíamos participar en las legislativas, porque le vamos a hacer el juego a Bukele porque está violando la constitución al participar; que no deberíamos ir en alianzas con el pueblo sino que solos, etc.
Entonces, nosotros consideramos que debíamos —con todo el sentido responsabilidad— darle una esperanza al pueblo; impulsar la lucha social reivindicativa, no dejarla; estimular la organización popular, a favor de sus demandas porque es una tarea permanente, y desde una perspectiva opositora al régimen de la dictadura luchar directamente en lo político.
Necesitamos recuperar la confianza del pueblo, romper el temor que hay y asegurar que la izquierda revolucionaria socialista del Salvador exista como partido. Y que, como una fuerza de izquierda, también sigue luchando en todos los frentes; como lo es la lucha política social y la organización del pueblo.
Entonces, la presencia de la izquierda en El Salvador es de dignidad para nosotros. Es un punto neurálgico la sobrevivencia de una izquierda revolucionaria. El proyecto histórico, político, alternativo al capitalismo neoliberal y proimperialista es una operación de dignidad que estamos librando y es una deuda histórica con más de 80 mil muertos desde las décadas anteriores. No solo fue en la guerra civil. El cúmulo fue antes. Y también están los desaparecidos, 8 mil desaparecidos. Venimos de tiempos de asesinatos, de muertos, de desaparecidos, de perseguidos, de exiliados, de migrantes. Es decir, hay una deuda grande,
Sin contar la guerra civil. Muchos héroes, heroínas caídas, muchos mártires, víctimas. Como yo decía, las víctimas se rebelaron también. Hay una deuda histórica, y como izquierda revolucionaria, socialista, antipatriarcal y antiimperialista, debemos acumular fuerza, recuperar el partido y llenar espacio en lo legislativo y municipal principalmente y, además, tener un planteamiento presidencial optativo de país. Debemos unir fuerzas con todo el pueblo, con otros sectores, y generar en mejores condiciones para seguir enfrentando con más determinación el fascismo que supone un nuevo mandato del actual presidente, si se diera el caso, pero estamos ahí para seguir luchando.
Creemos una acumulación institucional, política, social para seguir luchando. Nosotros venimos de siempre luchar.
Autora: María Fernanda Barreto

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