Los políticos que los millones pueden comprar

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democracia

La “democracia” está en venta. Lo ha estado desde el momento mismo en que el capital la convirtió en fachada para adornar su poderío. Aunque en ningún lugar, la compraventa política ha llegado tan lejos como en la meca moderna del capitalismo, los Estados Unidos.

Y ya no sólo se compra, sino que se subasta. El multimillonario Elon Musk acaba de añadirle una nueva pincelada de desparpajo al mercado electoral de Estados Unidos, al ofrecer a los votantes registrados en los estados clave la oportunidad de participar en un sorteo de 1 millón de dólares diarios, si firmaban las peticiones de su Super Pac pro Trump “a favor de la libertad de expresión y el derecho a portar armas”.

Para leer análisis sobre la importancia de los swing stat para definir la victoria en las elecciones presidenciales de EE. UU.:  El desenlace de las elecciones en EE. UU.: el papel de los estados indecisos –

El desenlace de las elecciones en EE. UU.: el papel de los estados indecisos

Los superricos ya no se esconden para airear quién mueve los hilos. Trump, Musk y otros de ese clan ya no soportan intermediarios. Se saben el poder y quieren ejercerlo sin ambages.

De hecho, el dueño de los Teslas y la red social X, se burlaba por estos días del papel de marioneta de los políticos a cargo: “Biden no está a cargo. Kamala no está a cargo. Simplemente reemplazaron al títere de Biden por la títere de Kamala. Se nota que si el teleprompter se rompe, empiezan a dar vueltas. Hay muchos titiriteros. Me encantaría ver la combinación de los titiriteros y la lista de clientes de Epstein” (*), ha escrito en su cuenta de microblogging.

Para leer un recuento sobre el uso del Lawfare como herramienta para golpes de Estado blandos: Lawfare: La guerra leguleya contra cualquier cambio social y político EXCLUSIVO – 

Lawfare: La guerra leguleya contra cualquier cambio social y político EXCLUSIVO

Pero en la medida en que el desenlace electoral en EE. UU. se acerca y las encuestas siguen arrojando una cerrada lucha, el dinero necesario para arreciar la campaña de venta de los candidatos a los electores se hace más importante.

Ni los 75 millones de dólares que Musk le ha entregado a la campaña de Trump en los últimas semanas, ni los 95 millones de la magnate conservadora Miriam Adelson, ni los 50 millones del empresario de envíos de paquetería  Richard Uihlein (según los documentos presentados ante la Comisión Federal Electoral correspondientes a los tres meses que terminaron el 30 de septiembre), han podido recortar la desventaja financiera que tiene el expresidente con respecto a las arcas de la candidata presidencial demócrata.

Como muestran los datos del sitio Open Secrets, que sigue los financiamientos de las campañas electorales, la campaña de Kamala Harris ha acumulados más de 1360 millones de dólares (empujada por los fondos de Soros, Hoffman,  Bloomberg y otros oligarcas) mientras la campaña de Trump ha logrado recaudar unos 980 millones, a pesar de la quincalla digital que ha organizado para vender zapatillas, gorras,activos digitales y todo cuanto venga bien.

Un artículo de The New York Times dice que Trump se siente frustrado por la distancia que lo separa de Harris en la recaudación de fondos y descargó su ira en una reciente reunión con multimillonarios donantes del partido republicano como Paul Singer, Joe y Todd Ricketts y Betsy De Vos. Llamó incluso “retrasada” a la candidata demócrata y “tontos” a los judíos que la apoyen.

“En el 2020 se calcula que las campañas electorales por la presidencia, el Congreso y las gobernaciones invirtieron más de 14 mil millones de dólares (más que el producto interno bruto de varios países africanos). Para este ciclo electoral se proyectan gastos por más de 15 900 millones de dólares”

Ello no fue óbice para que un antípoda de Elon Musk como Bill Gates anunciara que dona 50 millones de dólares para apoyar a Kamala Harris.

El pulso entre estos dos titanes tecnológicos se da también entre las plataformas digitales, que están haciendo su octubre. Más de 619 millones de dólares en anuncios se han invertido en Google y Meta.

¿Quién da más?, pareciera ser el grito del momento en la política estadounidense. En ningún otro país fluye tanto dinero en unas elecciones. Es el summum de la corrupción política y el mayor mercado de la “democracia”. En el 2020 se calcula que las campañas electorales por la presidencia, el Congreso y las gobernaciones invirtieron más de 14 mil millones de dólares (más que el producto interno bruto de varios países africanos). Para este ciclo electoral se proyectan gastos por más de 15 900 millones de dólares. ¡Una barbaridad!

¿Quién tiene el poder real, los que ponen sus nombres en las boletas, o quienes le pagan su carísimos asientos?

Ya no hay límites a la financiación electoral, de ahí que las sumas que se invierten en el negocio político ya son más del doble que hace tan poco como 2016. Desde 2010, la Corte Suprema de Justicia (el otro ala del poder con asientos vitalicios) determinó que limitar las donaciones electorales era una forma de censura y, por tanto, ilegal. Nada puede parar a los multimillonarios en un sistema diseñado a su medida.

Para ello surgieron los Super PAC, una fase cualitativa e ilimitadamente superior a los tradicionales Comités de Acción Política. Aunque las donaciones directas de las personas a los candidatos no pueden superar los 6600 dólares en esta campaña 2024 (la cifra se ajusta cada dos años por la inflación), estos grupos de influencia, aunque no pueden hacer aportes específicos a los candidatos, sí pueden recaudar dinero sin límites para hacer propaganda electoral en beneficio de ellos. El mismo perro con diferente collar.

De hecho, los PAC y Super PAC aportan casi el 60 % de los gastos de campaña en la actual contienda electoral.

Un informe del New York Times de 2015 encontró que en ese momento, 158 familias, junto con las compañías que poseen o controlan, representaban casi la mitad del dinero recaudado en la campaña presidencial de 2016. «Son en su mayoría hombres mayores, blancos y ricos en una nación que está siendo transformada por los jóvenes, las mujeres y los votantes afroamericanos y latinos. En un país enorme, residen en un archipiélago de vecindarios exclusivos en apenas un puñado de ciudades.», describía a este grupo de élite el diario neoyorkino.

La influencia del dinero en la política va mucho más allá de las contribuciones de campaña. Las figuras políticas que apoyan los intereses de los ricos reciben importantes recompensas financieras y beneficios personales. Los políticos pro plutócratas encuentran rápidamente puestos lucrativos en el sector privado, trabajos en medios de comunicación o asientos bien remunerados en grupos de expertos.

«El dinero es el mayor determinante de la influencia y del éxito político. El dinero determina qué candidatos estarán en condiciones de impulsar campañas efectivas e influencia cuales candidatos ganarán los puestos electivos. El dinero también determina los parámetros del debate público: qué cuestiones se pondrán sobre el tapete, en qué marco aparecerán, y cómo se diseñará la legislación. El dinero permite que ricos y poderosos grupos de interés influencien las elecciones y dominen el proceso legislativo.»

Marty Jezer, «Money in Elections», artículo del Washington Times, 2005. 

El brutal impacto del dinero en el ejercicio de la política preocupa incluso a los ciudadanos promedios de ese país. Un estudio del Pew Researche Center sobre las opiniones de los estadounidenses acerca del sistema político, revelado en octubre de 2023, muestra que “grandes segmentos del público considera que las campañas políticas son demasiado costosas, que los funcionarios electos son demasiado sensibles a los donantes y a los intereses especiales, y que los miembros del Congreso no pueden o no quieren separar sus intereses financieros de su trabajo como servidores públicos”.

Los datos del estudio demuestran que:

  • 7 de cada 10 adultos estadounidenses (72 %) dice que debería haber límites a la cantidad de dinero que las personas y las organizaciones puede gastar en campañas políticas.
  • Casi 6 de cada 10 (58 %) cree que es posible tener leyes que reduzcan efectivamente el papel del dinero en la política.
  • Más de 8 de cada 10 (85 %) afirma que el costo de las campañas políticas dificulta que las personas de bien se presentan en las elecciones.
  • Un porcentaje similar (84 %) dice que una buena descripción del sistema político estadounidense es que “los grupos de intereses especiales y los lobbystas tienen demasiada influencia en lo que sucede en la política”. Ocho de cada diez adultos estadounidenses considera que los donantes de campañas y los grupos de presión tienen demasiada influencia en las decisiones que toman los miembros del Congreso.
  • Más de 6 de cada 10 (63 %) dicen que todos o la mayoría de los funcionarios electos se presentaron a las elecciones para ganar mucho dinero.

Unos compran, otros se venden al mejor postor. El sistema está hecho para reproducirse a la comodidad de los poderosos. El resto no pinta, aunque da color. Estados Unidos es cada vez menos una democracia representativa y electoralista y cada vez más una plutocracia.

Noam Chomsky ha diseccionado con quirúrgica precisión el engranaje de la “democracia” estadounidense: “En nuestra sociedad, el poder real en el sistema político reside en la economía privada: ahí es donde se toman las decisiones acerca de lo que se produce, lo que se consume, dónde la inversión tiene lugar, quién tiene puestos de trabajo, quién controla los recursos, y así sucesivamente. Y mientras ese siga siendo el caso, los cambios dentro del sistema político pueden hacer poca diferencia….”

PREGUNTANDO A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Nos atrevimos a hacer este ejercicio para ver qué nos decía la IA.

Enviado por usted:
¿Qué problemas sociales de Estados Unidos se pueden atender con 15 mil millones de dólares?

Copilot responde:
Con 15 mil millones de dólares, se podrían abordar varios problemas sociales en Estados Unidos. Aquí te menciono algunos de los más urgentes:

Pobreza infantil: La pobreza infantil afecta a millones de niños en Estados Unidos. Programas de asistencia social, como los créditos fiscales por hijos, podrían reducir significativamente la pobreza infantil.

Crisis de opioides: La epidemia de opioides, especialmente el fentanilo, ha causado más de 100 mil muertes anuales. Invertir en programas de tratamiento y prevención podría salvar muchas vidas.

Violencia armada: La violencia con armas de fuego es una crisis de salud pública. Fondos adicionales podrían destinarse a programas de control de armas y prevención de la violencia.

Acceso a la salud: Mejorar el acceso a servicios de salud, especialmente para comunidades de bajos ingresos, podría reducir las disparidades en salud y mejorar la calidad de vida de muchas personas.

Educación: Invertir en la educación pública, especialmente en áreas desfavorecidas, podría mejorar las oportunidades económicas y reducir la desigualdad a largo plazo.

Vivienda asequible: La falta de vivienda asequible es un problema creciente. Fondos para la construcción de viviendas asequibles y programas de asistencia para el alquiler podrían ayudar a muchas familias a encontrar un hogar estable.

Estos son solo algunos ejemplos, pero cada uno de estos problemas requiere una inversión significativa y un enfoque integral para lograr un cambio duradero.

Autor: Randy Alonso Falcón/ Cubadebate

Para leer este artículo en su fuente original: Cubadebate

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