Conceptos para explicar la transición hegemónica (III)
La acción popular determinará el signo de cualquier transición futura. El desconocimiento de esa centralidad es un defecto tan frecuente, como la omisión de un giro histórico entrelazado con el socialismo.
Protagonismo popular
Un proyecto emancipador, alternativo y popular no puede circunscribirse a promover la transición hegemónica, mediante el genérico despunte del Sur Global. Tiene que ir más allá de esos enunciados para fundarse en otros pilares, utilizando también otras denominaciones.
Para leer la primera parte de este ensayo: Conceptos para explicar la transición hegemónica (I) –
Existe, por ejemplo, una tesis que promueve propuestas pluripolares, objetando la ilusión multipolar de alcanzar transformaciones progresistas por medio de exclusivas pulseadas con las potencias de Norte. Auspicia combinar esa dimensión geopolítica con la lucha de los pueblos, asignando un protagonismo central a los sujetos involucrados en esta última acción.
Esa mirada rechaza los abordajes de la realidad social focalizados en las formas de gestión estatal, que predominan en las Ciencias Políticas convencionales. Esos enfoques omiten por completo las luchas desde abajo. Suelen indagar cómo gobiernan las clases dominantes articulando consenso, dominación y hegemonía. Limitan sus observaciones a combinar dos lógicas (una económica y otra geopolítica) para desentrañar la evolución de la sociedad, desconociendo la gravitación de la movilización popular.
Para leer la segunda parte de este ensayo: Conceptos para explicar la transición hegemónica (II) –
Para superar esta falencia hay que introducir una tercera lógica de análisis de los procesos sociales centrada en la dinámica de esas protestas. La historia contemporánea es un enigma incomprensible si se omite el impacto de las resistencias, las rebeliones y las revoluciones en curso de los acontecimientos.
La atención a ese protagonismo permite, a su vez, concebir otros senderos futuros. Esa trayectoria no se limitaría a sustituir la unipolaridad capitalista por la multipolaridad capitalista. Auspiciaría acciones populares para revertir el opresivo escenario actual, imponiendo conquistas que apuntalen una desmercantilización de los recursos básicos, con reducción de la jornada de trabajo, nacionalización de los bancos y socialización de las plataformas digitales, a fin de crear las bases de una economía igualitaria.
La evaluación de la lucha popular introduce, además, otra mirada de la transición hegemónica. Indaga las variantes de ese curso como escenarios en disputa derivados de la confrontación social.
Con ese enfoque, puede también evaluarse el contexto actual como un resultado de irrupciones populares fallidas. Primero se consumó la trágica derrota de la Primavera Árabe, con represión, dictaduras, destrucción de países y preeminencia de la brutalidad del yihadismo. Luego se verificó un reflujo de las protestas de indignados españoles, militantes griegos y chalecos amarillos franceses. Finalmente emergieron las obstrucciones a la continuidad de los movimientos globales del feminismo y el ambientalismo.
En todo el Sur Global despuntaron una y otra vez rebeliones periódicas, que no desenvolvieron cursos revolucionarios. A diferencia de lo ocurrido en la segunda mitad del siglo XX, la dinámica de estas revueltas no derivó en construcciones paralelas al Estado, asentadas en la expansión del poder popular.
En estos desenlaces influyó la segmentación social generada por la precarización y la disminución del protagonismo del proletariado. También impactó la pérdida de gravitación del ideario socialista entre los trabajadores y la consiguiente penetración ideológica de la derecha en las capas populares.
Ninguna de esas negativas tendencias es definitoria, en la medida que la resistencia popular ha permitido contrapesar la ofensiva del capital. La secuencia de luchas y conquistas resurge con periódica intensidad en distintos rincones del planeta.
“Con una visión crítica, ya no cabe tan solo esperar la llegada próxima o tardía de una transición hegemónica predeterminada. Están abiertos otros escenarios, derivados del carácter multiforme e imprevisible de los desenlaces históricos”
Actualmente se verifica una gran recomposición de las movilizaciones salariales en Estados Unidos y Europa con victorias democráticas, como la obtenida con la liberación de Assange. La extraordinaria fuerza del movimiento de solidaridad con Palestina sienta las bases de una Intifada global, que rememora las grandes batallas contra la guerra de Vietnam y el Apartheid de Sudáfrica. La acción popular definió el curso de la historia pasada y determinará el signo de cualquier transición futura.
Horizontes socialistas
La primacía asignada al sujeto popular introduce un razonamiento despejado y ajeno a todo fatalismo, a la hora de considerar el eventual devenir del Norte y el Sur Global. Ese criterio diverge de los enfoques estructuralistas, guiados por los rígidos parámetros del razonamiento inspirado en los ciclos sistémicos. Con una visión crítica, ya no cabe tan solo esperar la llegada próxima o tardía de una transición hegemónica predeterminada. Están abiertos otros escenarios, derivados del carácter multiforme e imprevisible de los desenlaces históricos.
Esta mirada contrapuesta a cualquier inexorabilidad se inspira en la lógica del desarrollo desigual y combinado, que estudia las complejas contradicciones del capitalismo en estrecha sincronía con la acción popular, resaltando el impacto recíproco de ambos procesos. Este principio inspiró incluso algunas ambiciosas teorías de la revolución contemporánea.
Es un enfoque que propone abordajes distintos a las Ondas Largas y a las sucesiones hegemónicas. Realza la centralidad de los sujetos sociales y la consiguiente gravitación de la lucha de clases, en el desenlace de cada disyuntiva afrontada por la sociedad. Pone el acento en las tensiones internas del capitalismo y no en la predicción del futuro de ese sistema.
Este enfoque es muy pertinente para estudiar una región tan condicionada por el protagonismo popular, como es América Latina. El primer ciclo de rebeliones iniciado en 1989 (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina) fue sucedido por una segunda oleada comenzada en el 2019 (Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Haití, Guatemala). Ninguno de los dos procesos desembocó en triunfos de envergadura histórica, pero tampoco derivó en derrotas de la magnitud padecida en los años 70.
Los levantamientos de los últimos años contuvieron la restauración conservadora y tuvieron efectos electorales progresistas. En el negativo contexto generado por la degradación social, esos triunfos confrontan ahora con una intensa contraofensiva de la derecha.
“El gigante asiático aprovecha la fragmentación de sus clientes para obtener mayores réditos y el resultado está a la vista en la primarización, la ausencia de transferencias tecnológicas y la inversión en áreas no prioritarias. En este plano se verifican tensiones que podrían superarse dentro del propio del Sur Global”
En este caso latinoamericano es muy visible la imposibilidad de comprender los acontecimientos, omitiendo la centralidad de la movilización popular. En ese cimiento se asienta también la formulación de un proyecto de emancipación, que presenta aristas de convergencia con la transición hegemónica, sin amoldarse a la versión más corriente de esa mutación.
América Latina necesita ante todo batallar contra la dominación de Estados Unidos, porque no podrá encarar ningún proyecto avanzado, sin conquistar la soberanía política que sofocan las embajadas, las bases militares y las presiones del Departamento de Estado. La Casa Blanca veta cualquier rumbo regional diferente a su hoja de ruta y por esa razón, en este terreno existe un total empalme con las transiciones concebidas en choque frontal con el Norte Global.
Pero América Latina también requiere una renegociación económica en bloque con China, para superar las ruinosas consecuencias económicas del status quo. El gigante asiático aprovecha la fragmentación de sus clientes para obtener mayores réditos y el resultado está a la vista en la primarización, la ausencia de transferencias tecnológicas y la inversión en áreas no prioritarias. En este plano se verifican tensiones que podrían superarse dentro del propio del Sur Global, si se reconocen las contradicciones y disputas que afectan a ese entramado.
“…el agravamiento de todos los desequilibrios del capitalismo dependiente (que la periferia padece como consecuencia de las transferencias de valor) es otro proceso decisivo del período en curso”
El tercer pilar de un proyecto de izquierda para la América Latina es la integración regional. Este sendero es insoslayable para erradicar el subdesarrollo y la desigualdad, forjando la soberanía financiera, energética y alimentaria que necesita la región. También aquí aparece una singularidad de la zona que la distingue como bloque específico. Podría converger como en la época del Tercer Mundo con alianzas más extendidas, pero ese empalme no será indistinto, ni uniforme con todo el Sur Global.
La comprensión de estas singularidades exige superar la presentación corriente de la transición hegemónica, como un simplificado contrapunto entre el Norte y el Sur Global. Esos términos son útiles y fructíferos, si quedan enmarcados en nociones más ordenadoras de la época actual.
El punto de partida de esa conceptualización son las contradicciones inherentes al capitalismo que ha potenciado la era neoliberal. La drástica modificación de las relaciones económicas internacionales que genera el desarrollo desigual y combinado es un corolario indispensable de esa evaluación. A su vez, el agravamiento de todos los desequilibrios del capitalismo dependiente (que la periferia padece como consecuencia de las transferencias de valor) es otro proceso decisivo del período en curso.
El contraste entre el Norte y el Sur global sólo asume un contenido efectivo, si es enmarcado en la lógica del imperialismo y del sistema imperial, en los jerarquizados escenarios del centro, la semiperiferia y la periferia.
Finalmente, la transición hegemónica no es un destino inexorable del futuro. Al igual que el ascenso del Sur Global puede asumir un curso provechoso u otro agobiante para las mayorías populares. Depende del perfil que adopte ese camino, como trayectoria de convalidación o reversión de la opresión capitalista.
El primer sendero augura nuevas versiones de las pesadillas que afrontan los desposeídos. El segundo rumbo abre las compuertas para el viejo sueño del bienestar popular, la igualdad social y la convivencia política. Ese curso cobraría fuerza con proyectos pluripolares, dinámicas antiimperialistas y horizontes socialistas, que aportarían un renovado ideal a la transición protagonizada por el Sur Global.
Autor: Claudio Katz
Referencias usadas por el autor:
-Las referencias, la bibliografía y el sustento teórico de los conceptos analizados en este texto pueden consultarse en: Katz, Claudio. La crisis del sistema imperial, Edición virtual, septiembre 2023 Jacobin, Buenos Aires, https://jacobinlat.com/2023/09/29/la-crisis-del-sistema-imperial-2
Huele a azufre es una plataforma digital de análisis geopolítico contrahegemónico, que busca visibilizar las voces y los discursos silenciados por el poder mediático.