Estados Unidos intensifica el tutelaje de Guyana como contención a Venezuela

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Guyana

El presidente guyanés Irfaan Ali profundizará la subordinación a Washington durante su segundo mandato, mientras el Comando Sur acelera sus movimientos en Nuestra América

El presidente de Guyana Irfaan Ali dijo el domingo, al jurar un segundo mandato, que se alineará con “aliados y socios internacionales para combatir el crimen internacional”, en un mensaje de subordinación a Estados Unidos en el marco del conflicto con Venezuela por el Esequibo.

Dos aviones militares AV-8B Harrier II sobrevolaron Georgetown, capital de Guyana, durante el acto de jura por un período de cinco años del mandatario del Partido Progresista del Pueblo-Cívico (PPP/C). La operación “refleja la fortaleza del poder aéreo estadounidense, nuestra asociación con Guyana y nuestro continuo apoyo a la soberanía e integridad territorial de Guyana”, indicó la Embajada de Estados Unidos.

Guyana emergió como enclave militar de Estados Unidos, en especial después de que el Referéndum Consultivo de Venezuela de 2023 arrojó más del 95% de los votos a favor de la anexión del Esequibo. El Comando Sur respondió entonces con la realización de operaciones de vuelo sobre territorio guyanés.

Las operaciones militares estadounidenses en Guyana aumentaron al mismo tiempo que Venezuela intensificó el reclamo por la soberanía del Esequibo. “Tenemos información comprobada de que en el territorio de la Guayana Esequiba han instalado bases militares secretas del Comando Sur y núcleos de la CIA para preparar agresiones”, dijo el presidente venezolano Nicolás Maduro en abril.

Guyana también apoyó el despliegue militar de Estados Unidos bajo la excusa del combate al narcotráfico. Lo hizo al igual que Barbados,  Islas Turcas y Caicos, Surinam y Trinidad y Tobago. A su vez, Puerto Rico albergó diez cazas F-35 norteamericanos. De esta forma, el Caribe Sur es el escenario de una guerra híbrida destinada a presionar al Gobierno de Venezuela liderado por Nicolás Maduro.

El Esequibo es la región de 159.500 kilómetros cuadrados rica en petróleo y minerales administrada por Guyana y reclamada por Venezuela. Al igual que las Islas Malvinas, es una ubicación geoestratégica en la disputa entre el unipolarismo y el multipolarismo en Nuestra América.

Estados Unidos desarrolló una relación neocolonial con Guyana legitimada en la falsa defensa a la soberanía. El Comando Sur concibió al país como una ubicación geoestratégica para contener a Venezuela y proyectar poder hacia los países de Sudamérica, además del interés por los recursos naturales.

La empresa estadounidense ExxonMobil descubrió en 2015 un importante yacimiento de petróleo en el bloque Stabroek, reclamado por Venezuela como parte de su territorio marítimo en el Atlántico.

ExxonMobil tiene desde entonces el 45% de la participación en la explotación del bloque Stabroek, mientras que Hess Corporation tiene el 30% y China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) tiene el restante 25%. El PBI de Guyana casi se quintuplicó: pasó de 5.000 millones de dólares en 2019 a 25.000 millones en 2024.

El proyecto Yellowtail comenzó a operar en agosto con una capacidad de producción inicial de 250 mil barriles de crudo por día. De esta forma, la capacidad instalada de ExxonMobil en Guyana superó los 900.000 barriles diarios.

En 2016 el Gobierno de Guyana acordó con el consorcio liderado por ExxonMobil recibir un 2% de regalías sobre los ingresos brutos y una participación del 50% en las ganancias netas.

Sin embargo, en la práctica los ingresos de Guyana resultan menores porque el consorcio descuenta primero los costos de inversión. Por ejemplo, el consorcio recuperó alrededor de 33.900 millones de dólares de los 41.100 millones invertidos en el bloque Stabroek hasta el final de enero, de acuerdo al vicepresidente guyanés Bharrat Jagdeo.

El Gobierno de Guyana está subordinado a la estrategia imperialista norteamericana junto a su órgano, ExxonMobil. Las operaciones de la empresa reavivaron el conflicto con Venezuela por el Esequibo: una porción importante del bloque Stabroek, el epicentro de la explotación petrolera, pertenece a esta región en disputa.

El Partido Progresista del Pueblo (PPP) conduce el Gobierno de Guyana de forma casi ininterrumpida desde 1992, a excepción del período entre 2015 y 2020 conducido por David Granger del Partido Nacional del Congreso (PNC).

Irfaan Ali es el primer presidente de Guyana en recibir los beneficios de la explotación de petróleo a gran escala. El debate político al interior del país está centrado en qué se hace con el capital proveniente del boom petrolero y cómo debe ser el contrato firmado con el consorcio liderado por ExxonMobil.

La base tradicional del Partido Progresista del Pueblo es la indo-guyanesa, representada en los pequeños agricultores, la clase media urbana y de forma más reciente los empresarios vinculados al petróleo. En cambio, la base tradicional del Partido Nacional del Congreso es la afro-guyanesa, representada en los sindicatos limitados, las fuerzas de seguridad y los barrios urbanos afrodescendientes.

La desigualdad en la población de Guyana es pronunciada: el 10% más rico concentra el 42% del ingreso nacional, con mayor presencia indo-guyanesa y menor presencia afro-guyanesa en los estratos más altos, de acuerdo a un estudio del economista guyanés Collin Constantine publicado en 2024.

Los dos partidos tradicionales, el PPP y el PNC, organizaron su construcción política en torno a la cuestión étnica hasta 1992. Bajo la presidencia de Cheddi Jagan, ambas fuerzas viraron hacia la idea de la pluralidad nacional.

Sin embargo, la cuestión étnica es todavía un factor de peso entre las bases electorales. El candidato presidencial de We Invest in Nationhood (WIN) Azruddin Mohammed penetró de forma transversal en los barrios populares urbanos y obtuvo el segundo lugar. De esta forma, las últimas elecciones significaron la fragmentación definitiva del tradicional esquema étnico-partidario.

Irfaan Ali mostró una disposición a profundizar el conflicto con Venezuela para lograr mayor legitimidad política. La cuestión de la soberanía, más allá de la relación neocolonial con Estados Unidos, puede ser útil para lograr la cohesión social.

Nicolás Maduro, en cambio, cuenta con el 95% de los votos a favor de la anexión del Esequibo. El desafío para el Gobierno de Venezuela está encarnado en la injerencia de Estados Unidos en una ubicación geoestratégica reclamada como propia.

Durante la etapa donde el Reino Unido fue el hegemón mundial, el Laudo Arbitral de París otorgó en 1899 a los británicos alrededor del 90% del territorio colonial en disputa. El Memorándum Mallet-Prevost conocido en 1949 reveló que el fallo resultó de un arreglo político y representó una imposición unilateral en lugar de una decisión imparcial.

El Gobierno de Venezuela presentó en agosto un escrito ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) con pruebas adicionales sobre el justo reclamo de soberanía por el Esequibo.

La gestión de Nicolás Maduro sostuvo que el Acuerdo de Ginebra de 1966 “sepultó para siempre la disputa” sobre el Laudo Arbitral de París de 1899, y que es “el único documento legal que obliga a Venezuela y Guyana la resolución de la controversia territorial” a través de un arreglo satisfactorio para ambas partes.

Cabe destacar que Cuba tiene una relación estrecha con Guyana y es neutral respecto al Esequibo. Esa neutralidad es contradictoria a su propio rechazo al despliegue de Estados Unidos en el Caribe Sur, en consideración del vínculo entre ambas cuestiones.

Por su parte, Brasil reconoció el reclamo de Guyana. Incluso como actor de los BRICS y bajo una nueva presidencia de Luiz Inacio Lula da Silva, mantiene un intento de contener a Venezuela.

Fuente: PIA Global/Tomas Merani

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