EXCLUSIVO. La islamofobia, un relato discriminatorio

La ONU en 2022 puso como fecha el 15 de marzo como Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia, para combatir la discriminación y el discurso de odio.
Por la fuerza del sentido común, se inculca una visión conservadora, derechista e inhumana que quiere que desconfiemos de los diferentes a nosotros o son de otras culturas, como sucede con el mundo de procedencia musulmana.
Crecí en un ambiente familiar en donde la palabra moro tenía una pesada carga negativa. Así se le decía a quienes estaban sin ser bautizados, siguiendo la pauta católica, apostólica y romana. Forma parte de la cultura y los valores que recibimos desde que los invasores europeos se aparecieron por estas costas.
Con ese tipo de prejuicio, aparentemente inofensivo, se naturaliza una clasificación dicotómica de buenos y malos, nosotros y ellos, los occidentales y los otros, árabes y musulmanes, extraños, hostiles y peligrosos. En lugar de tender puentes se discrimina al diferente.
Así se impone, por la fuerza del sentido común, una visión conservadora, derechista e inhumana que quiere que desconfiemos de los diferentes a nosotros, de los que no piensan igual, son de otras culturas o visten distinto, como sucede con el mundo de procedencia musulmana, al que se le presenta como una amenaza perpetua.
A tal punto alcanza el rechazo, la discriminación y el discurso de odio que la ONU acogió, en 2022, la propuesta de designar el 15 de marzo como Día Internacional de la Lucha contra la Islamofobia.
La resolución resalta que el terrorismo no debería asociarse a ninguna religión, nacionalidad, civilización o grupo étnico. Antonio Guterres, secretario general del organismo, reconoció la presencia de la intolerancia antimusulmana. «Como nos recuerda el sagrado Corán: las naciones y las tribus fueron creadas para conocerse unas a otras. La diversidad es una riqueza, no una amenaza», reflexionó.
Para leer más sobre la islamofobia
“No es solo intolerancia cultural, religiosa o racismo. El negacionismo y la discriminación contra lo musulmán se nutre de ignorancia, miedo y por supuesto de racismo.”
¿Qué nombre ponerle al racismo?
En 2018 la Real Academia Española (RAE) (//dle.rae.es) creó el término islamofobia: «Aversión hacia el islam, los musulmanes o lo musulmán». Como definición es insuficiente y mediocre. No recoge el creciente fanatismo, como parte del negacionismo en desarrollo.
Aunque el registro de la nueva palabra reconoce que la intolerancia está allí y tiene nombre, el debate sobre el tema no es nuevo. A finales del siglo XIX y principios del XX en la academia se intentó ponerle nombre al rechazo al mundo islámico y así surgió el término islamofobia. Se acepta que quien lo acuñó fue el francés Alain Quellien, al usarlo en su tesis doctoral.
En 1997 la fundación Runnymede Turst publica un informe llamado Islamophobia: A Challenge for Us All. (Islamofobia, un reto para todos nosotros), en el que actualiza el debate y anota que islamofobia es “la creencia de que el Islam es un bloque monolítico, estático y refractario al cambio; la creencia de que el Islam es radicalmente distinto de otras religiones y culturas, con las que no comparte valores y/o influencias; la consideración de que el islam es inferior a la cultura occidental: primitivo, irracional, bárbaro y sexista”, de acuerdo con el resumen de Beatriz González Buendía, en Islamofobia: definición y causas.
No es solo intolerancia cultural, religiosa o racismo. El negacionismo y la discriminación contra lo musulmán se nutre de ignorancia, miedo y por supuesto de racismo.
Un cambio por la convivencia
La islamofobia es un fenómeno que merece ser estudiado para generar explicaciones, y como una consecuencia directa, para establecer acciones políticas de cambio.
En el actual mundo cambiante la convivencia es una de las claves. Se requiere de más interpretación y menos prejuicios. Los cambios son notorios en la geopolítica y la geoeconomía. Los antiguos colonizadores europeos y la invasora USA tropiezan con un tablero modificado.
Hay digitalización y más tecnología, desembarcaron la inteligencia artificial y las noticias falsas, pero también es cierto que gana terreno el multilateralismo, avanza la desdolarización en la economía, la OTAN no ha podido avanzar con sus planes en Ucrania, China se sigue construyendo como potencia, Rusia es protagonista, la resistencia Palestina se mantiene, a pesar del genocidio en su contra, y en América Latina la rebeldía política crece, en medio de avances y retrocesos.
Desde la mirada occidental cerrada se pone en marcha el relato que hace una construcción social del adversario, lo deshumaniza, niega su identidad, su historia y su cultura.
Las líneas del relato islamofóbico
El relato que se difunde en favor de la islamofobia tiene unas líneas gruesas, que de tanto repetirlas están al descubierto. Estás son: los musulmanes son incapaces de integrarse a otros países, vienen de una cultura incompatible, son bárbaros violentos y criminales, son migrantes invasores que le quitan el trabajo y los recursos económicos a los ciudadanos.
Este relato tiene a su favor el hándicap en contra que significan los conflictos armados en suelo de países islámicos, que redundan en migración masiva y precaria. Además, los ataques terroristas criminales que se amparan en el islam. Eso se presenta, en el relato de los medios masivos, como que todos los musulmanes son terroristas y apoyan esas acciones.
“Buena parte de la batalla cultural hoy se concentra en las pantallas de teléfonos, computadoras y otros dispositivos electrónicos, y en los medios. Cualquier estrategia para vencer la islamofobia tiene en este predio uno de sus escenarios definitivos.”
Qué hacer o cómo generar una anti-islamofobia
¿Cómo no quedarse en la descripción del fenómeno? Está por delante el reto descolonizador y actual, de vencer prejuicios, y límites reaccionarios, y construir horizontes más democráticos, equitativos y justos.
La islamofobia es un prejuicio construido socialmente y por tanto puede des-montarse y superarse. No es algo neutro, ni científico, ni surgió de manera espontánea.
En el ámbito de la comunicación y la cultura hay que ver el peso tan determinante de un aparato de medios masivos que impone una visión sesgada, limitada y prejuiciada. Buena parte de la batalla cultural hoy se concentra en las pantallas de teléfonos, computadoras y otros dispositivos electrónicos, y en los medios. Cualquier estrategia para vencer la islamofobia tiene en este predio uno de sus escenarios definitivos.
Para leer más sobre la lucha contra la islamofobia
En la educación se muestra la opción de la multiculturalidad, que está llamada al reconocimiento de las diferencias pero al mismo tiempo a repensar y preservar lo plural de las distintas culturas. El reto está en atreverse a conocer e identificar al otro y también a respetar su historia y su cultura. No descalificarlo con preconceptos, ni discriminarlo.
Desde los medios, la escuela y los centros educativos, a diferencia de lo que se hace hasta ahora, como dice David Gómez Godino, en Islamofobia: la construcción social de un prejuicio y su abordaje educativo. Revisión teórico-crítica y estado de la cuestión, hay que: “a) resemantizar el islam como religión de paz y justicia social, b) cuestionar los mecanismos y las dinámicas sociales que criminalizan y patologizan poblaciones enteras en función de su cultura, raza, etnia o fe, y c) deconstruir los estereotipos y los prejuicios”.
Nadie dijo que resulta sencillo transformar mentalidades y realidades, pero se puede y se debe hacerlo, para avanzar en la utopía de otro mundo posible y pacífico.
Autor: Orlando Villalobos Finol
@orlandovillalobos26/ @pasionporeldiscurso

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