EXCLUSIVO. El ataque de Irán a Israel y el contexto geopolítico: un análisis prospectivo

- Sin duda, el ataque de Irán a Israel, es una consecuencia del silencio impuesto por el unilateralismo globalizante de EE.UU., que controla e impone la agenda de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Cuando Israel bombardeó la sede diplomática de Irán en Siria, echó por tierra todos los principios vigentes desde La Paz de Westfalia en el siglo XVIII, y que se ratificaron con él Convenio de Viena.
- Irán basa este ataque en su derecho a la legítima defensa, ante una agresión que amplía el concepto de extraterritorialidad, implementado por EE.UU. e Israel, bajo la idea de «guerra preventiva».
- El ataque, eleva el debate sobre el uso de las tecnologías para el desarrollo militar, que se conoce como Revolución en Armamento Militar (RAM). El Estado Islámico Iraní muestra unas capacidades con drones y misiles, que vulneró el escudo anti-misiles que Israel y EE.UU. levantaron, con una noción de invencibilidad.
- Este ataque, pone sobre el tapete político un escalamiento, pues viene precedido por declaraciones del Presidente Biden de apoyo irrestricto a Israel, movilización de portaviones en la zona y refuerzo por parte de Francia e Inglaterra. Ante ello, Irán ha advertido sobre las consecuencias de una intervención de este tipo por parte de EE.UU.
Todo ello hace suponer un escenario donde se eleve la peligrosidad de un enfrentamiento bélico —o un cierre parcial— del estrecho de Ormuz; con lo que se puede producir una elevación del precio del barril de petróleo, ante la dificultad de que los países del Medio Oriente puedan sacar su producción por ese paso estratégico. A eso se agrega la delicada situación del estrecho de Bad el-Mandeb controlado por Yemen; quienes obstaculizan el tránsito marítimo hacia el Mar Rojo y el Canal de Suez de aquellos que han apoyado el bombardeo irrestricto de Israel en Gaza.
Esto añade más presión a la situación de seguridad energética de las grandes potencias occidentales.
- Ese escenario hace voltear la mirada hacia Venezuela y Guyana. Venezuela mantiene las reservas estratégicas más importantes, calculadas en 315.000 millones de barriles. Y, por su parte, Guyana mantiene un proceso de explotación ilegal (con apoyo de EE.UU. e Inglaterra, a través de la EXXON-Mobil) en la fachada atlántica. Esta reserva estratégica está a corta distancia de las refinerías ubicadas en Texas y New Orleans, a tan solo 5 días de navegación.
EE.UU. tiene su vista puesta en estás reservas desde siempre. Por ello viene realizando visitas a Guyana, en las que ofrece apoyo y asesoría para las fuerzas de seguridad de ese país, todo a través de la Jefa del Comando Sur, Generala Laura Richardson. Además, hay que sumar el discurso que manejan sobre contener la influencia que ejerce Venezuela en la región —junto a sus alianzas con China y Rusia, consideradas por esta oficial del Ejército de EE.UU. como un elemento perturbador de su Seguridad Nacional.
- Pudiera pensarse que, ante esta situación, los EE.UU. busquen un puente con el equipo negociador de Venezuela —encabezado por el Presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez— para intentar reducir el impacto de «inseguridad energética» que produce el escalamiento de la conflictividad en Medio Oriente. Sobre todo, si se toma en consideración el reciente encuentro develado por los propios agentes de EE.UU.
Ahora bien, este escenario que pudiera hacer pensar en un nuevo «relajamiento» del bloqueo económico que aplica EE.UU. contra Venezuela, violando de toda normativa Internacional, es poco probable. Sobre todo si se considera la próxima elección presidencial de la potencia del norte y que, adicionalmente, el gobierno de Biden es acusado de ser «débil» con el Gobierno de Nicolás Maduro, sobre todo por el precandidato republicano —y ex presidente— Donald Trump.
Asimismo, ha sido los EE.UU. reiterativo en el incumplimiento de acuerdos previos o posibles acuerdos, lo que predispone cualquier tipo de negociación.
- Hay otros elementos que apuntan a una posible acción encubierta contra Venezuela —en articulación con sectores de inteligencia de EE.UU. e Inglaterra— en su necesidad de apoyar a Guyana en la explotación e ilegal extracción petrolera en el Atlántico, específicamente en la desembocadura del Río Esequibo y muy cerca del Delta del Orinoco.
Entre esos elementos, cabe destacar la realización de ejercicios militares con participación de las Fuerzas de Defensa de Guyana con apoyo de buques británicos y norteamericanos. Y, si eso fuera poco, la insistencia de los órganos de inteligencia y sus aparatos de comunicación de presentar a Venezuela —y su gobierno legítimo— como una amenaza a la paz regional, sobre la tesis de ser un Estado Forajido; al mismo tiempo que se le acusa de cometer delitos de Lesa Humanidad. Todo ello, conducente a la aplicación de la Doctrina de Responsabilidad de Proteger que justifica la conformación de una fuerza conjunta para intervenir en situaciones de crímenes de Lesa Humanidad.
- Este escenario es plausible debido a las dificultades que ha presentando la demanda que llevó Guyana, ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en relación al tema de la Guayana Esequiba y, sobre todo, por las implicaciones de la reciente promulgación de la Ley Orgánica de Defensa del Esequibo. Aunado a la determinación mostrada por el Gobierno de Nicolás Maduro en defender los legítimos e históricos derechos de Venezuela sobre ese territorio a través del sistema de defensa nacional.
- Debe señalarse que también se avizora la conformación de una nueva agrupación que emule las acciones que adelantó el Grupo de Lima, entre 2019-2022, para avanzar en este escenario de agresión contra Venezuela.
Está vez se sitúa el Gobierno de Argentina y de Chile, los que vienen construyendo una matriz acerca de la situación política de Venezuela y la necesidad de «apoyar la democracia». Un eufemismo que encubre los reiterados planes de avanzar en una agenda violenta transgresora por parte de las fuerzas políticas opuestas al Presidente Nicolás Maduro. En ese sentido el Presidente Javier Miley fue contundente al señalar la necesidad de una coalición contra Venezuela.
Y existe un escenario propicio para esto en el país sureño, sobre todo si se recuerda que fue en Buenos Aires, desde su Ministerio de Defensa, de donde surgió en 2019 el denominado Plan Vulcano. Este plan pretendía una intervención con una fuerza militar conjunta entre Chile, Brasil, Guyana, Argentina y Colombia, principalmente.
- Un dato importante es el reciente anuncio de ejercicios militares destinados a fortalecer la capacidad operativa marítima de los aliados de EE.UU. en la zona. Estos ejercicios incluyen a Colombia, Brasil, Argentina, Ecuador y Perú, entre otros.
- El escenario de una operación de falsos positivos en las poblaciones civiles de la frontera entre Venezuela y Guyana o el ataque a una plataforma de explotación submarina de la EXXON, en la zona marítima, que sirva para acusar a Venezuela (su gobierno y sus fuerzas armadas) de violatorio del derecho internacional y una amenaza para la paz en la región, cobra más fuerza. Los EEUU apuesta a la desestabilización del Gobierno de Nicolás Maduro en este momento.
- La apuesta del falso positivo puede adquirir dos vías que son coincidentes. Una, impedir la realización de la elección presidencial de este año, en Venezuela —y con ello torpedear la reelección de Nicolás Maduro— e intentar avanzar en una operación de ROLLERBACK (volver atrás) con un gobierno que sea más acomodaticio y complaciente a los intereses estratégicos de Estados Unidos.
Y dos, con esa operación Norteamérica podría dominar totalmente las mayores reservas de petróleo; elemento esencial para mantenerse en la competencia por el control económico mundial que adelanta, en estos momentos, con Rusia y China, a través del creciente impulso que estos llevan adelante en los BRICS.
- Finalmente, este ataque de Irán a Israel, desvía la mirada hacia este espacio geopolítico e incrementa, en nuestro criterio, la presión de EE.UU. sobre Venezuela, abriendo una nueva situación que amenaza la seguridad y defensa de la patria y por lo tanto, de todos los venezolanos.
Autor: Dr. Juan Eduardo Romero J.

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